lunes, 2 de mayo de 2011

Muere otro día 2002

La nueva misión de James Bond empieza con una persecución en hidrofoil a gran velocidad a través de un campo de minas en la zona desmilitarizada del norte de Corea del Sur. De Hong Kong a Cuba a Londres, la trama argumental se inicia con el agente 007 investigando secretamente los planes de Zao, el hijo del pacifista coronel Moon del ejército de Corea del Norte. El MI6 sospecha que Zao pueda tener planes ambiciosos que pongan en peligro la estabilidad mundial y esas sospechas se confirman cuando 007 descubre que Zao planea, efectivamente, unificar los ejércitos de las dos Coreas, atacar Japón y posteriormente, enfrentarse a los Estados Unidos. Antes de que pueda escapar Bond es descubierto por Zao quien le apresa y tortura. En su camino se cruza Jinx (Halle Berry) y Miranda Frost (Rosamund Pike), quienes jugarán papeles vitales en su última aventura. Además, se encontrará con el megalomaniático Gustav Graves (Toby Stephens) y su mano derecha el cruel Zao (Rick Yune). Meses después Bond es liberado y regresa a Londres ofendido por haber sido abandonado por “M”, pero pronto ha de volver al trabajo al descubrirse que un misterioso millonario, Gustav Graves, parece tener “negocios” con la gente de Zao y puede ser un gran peligro por sí mismo ya que ha creado un satélite capaz de dirigir la luz solar a lugares específicos de la Tierra. James Bond habrá de posponer sus planes de venganza para ocuparse de truncar los planes de Graves y Zao eligiendo al mismo tiempo otro día para morir.



Esta aventura supone la despedida de Brosnan de la saga, que resultó ser para mí la mejor despedida que se le podía dar.
Tras una aventura anterior flojísima, aqui se opta por hacer justo lo contrario, abajo la credibilidad y viva lo fantástico.
Y desde luego, aciertan.
Vale que mole poder creerte una película, pero hay películas que puedes no creértelas y que están hechas deliberaadamente así pues es lo que te acabas esperando: ver explosiones y escenas de acción totales, una banda sonora que te pegue al asiento y una trama que encima se permite el lujo de añadir bandazos inesperados, que enriquecen aún más la trama, empezando por el inicio mismo, espectacular y de los mejores prólogos de Bond y la recta final, también espectacular.

El ritmo es constante, frenético y te deja con muy poco aliento.
La canción, de Madonna, a la altura de la primera de Brosnan: realmente espléndida y muy acorde con el filme.
Las chicas, tanto Berry como Pike, son las mejores de las cintas capitaneadas por Brosnan.
Los malos son de los mejores y recuperan la esencia del Bond de Connery, dominar el mundo o cometer algo importante para su posterior dominación.
Y desde luego Brosnan está inmejorable, manteniendo su gran nivel de Bond en todas sus películas Bond, aunque aquí llevándolo incluso a un nivel más violento, más de Flemming.
Para mí una de las muy mejores películas Bond, la quinta quizás, la más descerebrada y de las más entretenidas. Excelente despedida Brosnan, gracias y hasta siempre.


DIRECTOR Lee Tamahori
GUIÓN Neal Purvis & Robert Wade (Personaje: Ian Fleming)
MÚSICA David Arnold
FOTOGRAFÍA David Tattersall

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