jueves, 5 de julio de 2012

El exótico hotel Marigold

Un grupo de ancianos ingleses deciden disfrutar de su jubilación en Bangalore, una exótica población de la India, pero las diferencias culturales pronto se pondrán de manifiesto creándoles todo tipo de problemas.
Muchos de quienes vivieron una experiencia cercana a la muerte describen ese estado como un recorrido a través de un túnel de luz, al final del cual personas amigas te reciben y
acogen. La película de John Madden provoca esa impresión en mi mente. Un grupo de personas mayores, desencantadas de un modo u otro por la forma en que transcurren sus vidas en un país de los llamados primermundistas (Inglaterra), y asustadas ante las perspectivas que les ofrece el sistema (una cutre jubilación sin sorpresas, a la espera de la muerte verdadera), se lían la manta a la cabeza y deciden lanzarse a la aventura de sus vidas en un país exótico (eso sí, un país que fue su colonia y que, por lo tanto, habla inglés). Pero el espíritu de la película se puede extrapolar, salvando las necesarias distancias. Volviendo a lo del túnel de luz, explico por qué la atmósfera de esta película trajo a mi mente tal simil: ese grupo de británicos “casi viejos”, muchos convencidos ya de su inutilidad para el mundo, se ven envueltos en la brillante luz y la explosión de vida de ese país que es India. Y a pesar de las diferencias culturales que provocan en ellos el inevitable shock, conforme avanza la película vemos que el balance va resultando positivo, que al arriesgarse eligiendo como destino final de sus vidas un lugar tan alejado de sus respectivas circunstancias vitales no han fallado, y que de un modo u otro van a cambiar su decepción inicial por un sentido de la propia valía, una especie de rejuvenecimiento interior, y una renovación de sus deseos de seguir viviendo o, al menos, de terminar bien lo que llevaba camino de ser una catástrofe.
Esta es una película que mezcla veteranía con juventud, que opone luz a la oscuridad que en el inconsciente colectivo provoca la idea de envejecimiento, que hace sentir optimismo ante la posibilidad de nuevos retos, nuevas fronteras que, si se desea, pueden seguir existiendo para las personas cuya edad se cuenta por varias decenas, siempre que estén despiertas y dispuestas a seguir dando lucha.
Viene bien que se escriba este tipo de cine optimisma y divertido para “mayores”, porque nunca como hoy se ha vivido tantos años, el número de “mayores” es tan enorme, y sin embargo nunca, como hasta ahora, se ha temido tanto llegar a mayor. En el pasado los veteranos eran personas respetadas, pero hoy, quien llega a tan solo 60 es considerado, en general, un carcamal, y por mucho que se sepa que aún vivirá otros 30 o más años, se le considera un marginado de la sociedad, y solo cuentan para él o ella los viajes del Imserso. Pero hay otro mundo. Y los veteranos, por ser mayoría, tienen que convencerse de que tienen derecho a él, reclamarlo y disfrutarlo.
Me quedo con una frase que se repite en la película y que me parece tremendamente positiva: “las cosas al final siempre terminan bien, y si no terminan bien es que no es el final”. Maravillosa.

 2011
DIRECTOR  John Madden
GUIÓN  Ol Parker (Libro: Deborah Moggach)
MUSICA Thomas Newman
FOTOGRAFÍA Ben Davis
REPARTO Judi Dench, Bill Nighy, Maggie Smith, Tom Wilkinson, Celia Imrie, Ronald Pickup, Penelope Wilton, Dev Patel, Tena Desae


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